Hoy en día, podemos definir a la tartamudez como un trastorno en la fluidez del habla que se manifiesta con la presencia de repeticiones, bloqueos y/o prolongaciones dentro del discurso comunicativo. La presencia de estos comportamientos, genera, en la mayoría de las ocasiones, cierto grado de incomodidad y la necesidad de ofrecer una respuesta de tipo verbal, emocional o fisiológica que conocemos como presencia de comportamientos de tipo secundario.
Por tanto, podemos clasificar en cuanto a su manifestación, los comportamientos de carácter primario, que son los propios del habla; repetición de sílaba en posición inicial, media, final, repetición de palabra o incluso frase, prolongación de los sonidos del habla y presencia de bloqueos en los que ciertos sonidos se ven comprometidos en su producción y se observa tensión muscular y dificultad para emitirlos.
Los comportamientos secundarios son utilizados de forma consciente o inconsciente en edades muy tempranas, como recurso para “evitar/huir” o “luchar” ante la producción de los sonidos afectados. Por tanto, cuando hablamos de comportamientos secundarios verbales, son los referidos a la manifestación oral por parte de la persona de la incomodidad que le genera la presencia del trastorno. Los fisiológicos se refieren a los relacionados con la presencia de tics o tensiones musculares que saltan cuando la persona está luchando por emitir el sonido/palabra implicada; este tipo de comportamientos pueden manifestarse con movimientos asociados de cabeza, ojos, mandíbula, garganta, espasmos, y a nivel corporal general. Los comportamientos emocionales son los que observamos como repercusión emocional, y por tanto conductual, a la hora de interactuar de una forma mas o menos activa en ciertas situaciones/ contextos sociales, autoestima, frustración, tristeza,percepción de la propia persona de forma distorsionada, etc.
Siempre que observemos una situación en la que un niño presenta dificultad para comunicarse, debemos derivar a un especialista. La atención temprana, supone un factor clave para favorecer el desarrollo infantil y ofrecer las herramientas necesarias, tanto al niño como a su red familiar, para poder sobrellevar y sostener el equilibrio adecuado entre una estimulación sobre su neuroplasticidad cerebral óptima, y una regulación adecuada en cuanto a gestión emocional y propia regulación.
Las familias, profesores, y profesionales en el ámbito de la comunicación, necesitamos poseer los conocimientos suficientes como para ofrecer una terapia adecuada, en el caso de logopedas especializados en tartamudez y una continuidad práctica en el día a día como profesionales que rodeamos al niño.
Os invitamos este 29 de noviembre, a asistir al taller que impartirá la logopeda Sandra Mata, especializada en tartamudez infantil y perteneciente al grupo de investigación y trabajo en tartamudez, Gitt, en el que descubriremos un nuevo enfoque de detección e intervención en tartamudez temprana, basado en la evidencia científica.